Está claro que los que hemos nacido en Cuba y pasado la cosa, hemos sobrevivido a una atmósfera de alto poder contaminante. Los daños directos y colaterales de la cosa son múltiples y el prejuicio resultante, severo.
Hemos quedado en un bar de Barcelona a las 6 pm. Seremos seis: dos escapados de la cosa y cuatro españoles nacidos o afincados en Cataluña, esa parte de España.
Cuando llego ya hay dos, sanísimos. Los saludo y eso. Noto que la mesa esta muy cerca de la puerta y les animo (más bien les obligo, otro síntoma) a alejar sus bolsos de la puerta. En este barrio es fácil que entren y se los lleven. Digo.
Llega otra persona sin daños evidentes y se incorpora sin problemas al grupo.
Charlamos sobre esto y aquello.
Finalmente entra otro escapado, Rolando Sánchez, y al entrar nos hace levantarnos a todos. Necesita pasar, dice, al fondo de la mesa, la espalda a la pared, los ojos a la puerta, y entonces lo suelta. ¡¡Es que ya saben Uds!! ¡¡Los cubanos somos medio paranoicos!!
Etiquetas: cuba, salud mental
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