Ante sus pies un engañoso paisaje bucólico: hierba tierna, flores, y un lago. A lo lejos, tras una leve colina, cuatro batallones forman un único frente enemigo. A la izquierda dos batallones de jóvenes adolescentes: desaliñados y peludos, pero muy resueltos. A la derecha el batallón de veteranos. Más que uniformes, trajes y pañuelos de croatas. Una cierta idea de país aglutina a seres tan dispares.
El Gran Guerrero no teme. La razón no puede no vencer, piensa. Y tiene sus tropas: Un puñado de hombres y mujeres llamados a hacer historia.
El Gran Guerrero tiene clara su estrategia. Un grupo de cuatro hombres atacará por el flanco izquierdo para distraer a los enemigos peludos. Mientras esto sucede, el cuerpo principal del ejército, siete hombres bajo su mando, atacará el flanco derecho donde los señores elegantes serán sorprendidos en sus habituales charlas apacibles. Una vez derrotado el flanco derecho, el débil batallón central se derramará inconsistente.
Decide pasar revista a sus hombres. Los recorre y se detiene en el soldado número 1. Descansa en postura relajada mientras charla con el 3 y el 4. Éste último le preocupa. El 4 cuestiona sus planes y no le reconoce su condición de Gran Guerrero.
El 1 tampoco le gusta. No porque no le guste en sí, sino por la influencia que sobre él pueda ejercer el 4. No se trata sólo de su agudo olfato. Ha observado en algunos hombres claras muestras de insubordinación. Ha interceptado incluso un mensaje en el que algún soldado sugiere que el 4 podría ser un mejor líder. El autor del mensaje pudo ser cualquiera. Debe estar alerta. El Gran Guerrero es un hombre decidido. No es ambicioso, pero sabe que para ganar una guerra hace falta disciplina. Y él está ahí para eso, para mandar y ser obedecido. Actúa. El 8 y el 9 atarán al 1 y al 4 al árbol junto al lago. Les vigilarán. No abandonarán sus puestos bajo ningún concepto ¿Está claro? Está claro.
El Gran Guerrero se fija en el 3, que ahora charla con el 5, el 6 y el 7. Enseguida sospecha la jugada. El 3, que antes hablaba con el 4, conspira con los otros tres para liberar a los sediciosos. El Gran Guerrero no lo piensa dos veces y les atraviesa, en un solo gesto, con su espada. Los cuatro cadáveres caen al suelo y el Gran Guerrero escupe. Traidores, brama. Como el 8 y el 9 han pasado de la tropa regular a ser guarda de prisiones, el Gran Guerrero se fija en el 10 y el 11, que conversan con el 2. Se acerca a ellos, oídos prestos a captar cualquier indicio de conspiración, debilidad, desviacionismo, catolicismo, o comunismo. Pero no. Están dibujando con un palito sobre la tierra reseca. Trazan movimientos de tropas, planes de ataque. El Gran Guerrero monta en cólera. Dibujar un plan de ataque sobre la tierra puede ser peligroso, el enemigo acecha.
Con soldados tan desprevenidos no se llega a ningún lado. El Gran Guerrero envía a casa al 2, al 10 y al 11. Soldados así es mejor no tenerlos.
Reconfortado y seguro, el Gran Guerrero realiza su habitual reconocimiento del terreno. Camina despacio. Se siente invencible. Se estira hacia el sol y siente su calor. Se encamina hacia el lago, pensativo, cuando un ruido súbito y creciente interrumpe su paseo.
Levanta los ojos y se espanta. El enemigo, inexplicablemente, ha lanzado su ataque. Ya está aquí. El árbol junto al lago arde y desprende un humo espeso.
El Gran Guerrero aprieta los puños y se gira para llamar a sus hombres. Tras él, el campo infinito. El Gran Guerrero no lo piensa dos veces. El Gran Guerrero corre. A sus espaldas escucha el rumor del ejército enemigo que avanza.
Fin.
Juego: El juego consiste en repetir la historia muchas veces. Pruebe a hacerlo. Tome papel y lápiz. O un PC, esto le permitirá probar múltiples combinaciones. Comience a escribir y sustituya al Gran Guerrero por, digamos el 4, o el 10, o el primer hombre. Comience desde la primera línea. Ponga todo su empeño en construir un verdadero ejército. Intente dotar al Gran Guerrero de turno de sentido común y generosidad. Será inútil. Verá como los personajes se permutan los roles, los acercamientos de los números difieren, pero la historia, en lo esencial, se repite.